Preparación:
60 min
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Cocción:
40 min
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Tiempo total
100 min
Pon a desalar el bacalao, para ello lo metes en agua y lo dejas en el frigorífico dos días. Cada 8 horas le cambias el agua, volviendo a cubrirlo por completo en cada cambio.
Una vez desalado, prepara las patatas cortándolas en rodajas finas, de unos 2 o 3 milímetros de grosor y añade sal al gusto mientras las mezclas con las manos.
En una sartén con aceite de oliva para freír, cocina las patatas a fuego medio hasta que estén tiernas pero no doradas. Ponlas a escurrir en papel de cocina que absorba el aceite sobrante. Pon el bacalao en una olla con dos vasos de leche y deja que la leche hierva. Saca el bacalao a un plato y coloca y reserva la leche y cuando se haya enfriado, córtalo en trozos con los dedos.
En una olla profunda, pon tres cucharadas de aceite de oliva y fríe la cebolla cortada en dados. Cuando se ponga transparente añade el bacalao y remueve. Incorpora la harina y tuesta un poco dando cuatro vueltas con la cuchara. Incorpora la leche que tenías reservada de la cocción del bacalao. La añades poco a poco hasta obtener una bechamel ligera. Una vez que tengas la textura que quieres, añade la nata y remueve sin parar. Añade también pimienta negra y nuez moscada al gusto, y por último, las patatas fritas. Remueve bien hasta integrar todos los sabores.
Pasa el guiso a una fuente para hornear y hornea a 200º C durante 10 o 15 minutos. Sirve el bacalao con nata y decóralo con aceitunas negras y hojas de perejil.